Dicen que sólo aprendemos a ser padres al andar, pero cada tanto algún que otro consejo no viene mal. Los hijos nos enseñan a valorar más el tiempo, algo que de repente se torna un recurso escaso, preciado y atesorado; pero también nos enseñan a quedarnos sin tiempo para esas cosas que antes solíamos hacer, solos o acompañados. Por eso hoy, discutiremos la necesidad de aprender a perdonarse a uno mismo para poder criar, y entender que sencillamente “Todo no se puede hacer, porque tiempo, no hay”.
Nos encantaba ir al gimnasio, charlar con amigas en algún café, salir a cenar con amigos, disfrutar de una salida al cine en pareja y por qué no, alguna que otra escapada de fin de semana? Esos éramos nosotros antes del bebé, seres inquietos con más tiempo para dedicarse a sí mismos, a las relaciones de pareja, a las amistades, y ahora somos los que somos: dos seres que intentan encontrar tiempo que no hay, recordando las cosas que antes se hacían y hoy, parecen imposibles.
¿No puedes ir al cine con tu esposo un sábado? ¿Sientes que es imposible terminar una película entera en Netflix sin dormirte? ¿Te miras al espejo y sabes que no estás en tu mejor momento porque no tienes cómo ir a entrenar? ¿Quieres que alguien te de la receta para balancear la paternidad con tu individualidad?.
Bueno, la realidad es que todos nos sentimos así y la respuesta es una : hay que entender que este es el momento para dedicar ese preciado tiempo a nuestro preciado bebe. No es el momento de pensar en salidas, en el tiempo perdido, en recuerdos, en lo que deberíamos hacer; es el momento de construir una etapa nueva en la que nuestro foco es el bebé, que nos necesita para todo. Por eso, al cambiar nuestras prioridades hay que entender que estamos viviendo una etapa nueva, una en la que nos acostamos más temprano, en la que no podemos salir a comer afuera con el niño, en la que hay que invitar amigos a casa y cocinar rico para sociabilizar y ante todo hay que organizar salidas de a tres. Ahora los fines de semana recorreremos plazas, pensamos en que hay que almorzar cundo el bebé lo hace y no cuando se nos ocurre; nos levantamos temprano hasta los días feriados, haremos rutinas similares todos los días de la semana (sin distinguir entre miércoles y sábado) y jugamos tanto como podamos sin pensar en esa vida que el resto de la sociedad parece refregarnos en la cara, sin sufrir por no poder salir, por tener que crecer, por ceder para estar con nuestros bebés. ¿Cuál es la receta para lograr esto? Aprender a perdonarse y a respetar el tiempo que nos toca vivir.
La elección de ser padres nos invita a abandonar la frustración del “no puedo” y entregarnos al “si puedo” con nuestros hijos, disfrutando del hoy y de una etapa única, que al igual que la anterior está destinada a finalizar y modificarse. Aprendan a perdonarse por lo que no pueden hacer y abracen lo que sí pueden, haciendo del tiempo un recurso renovado, invertido en lo que más nos importa en el mundo, nuestros hijos y nuestra familia; ya habrá tiempo para volver a mirarse al espejo, para reencontrarse, ir al cine y convertirnos en una nueva versión de “eso que solíamos ser”.
Deja una respuesta