Segundo hijo, nuevo desafío

Supongo que en el mundo neoliberal la experiencia paga y dar a luz a un segundo hijo debería de ser más fácil que al primero, pero en mi caso no es así y no me da miedo confesarlo. Comencemos por el principio, desde que me enteré la noticia inicie un duelo interior y auto confeso que necesité expresarle a mi primera hija. La intimidad tan profunda alcanzada en estos cinco años iba a ser modificada por la llegada de un otro. Sin dudas para mejor, pero que generaría un cambio sísmico de potencialidades desconocidas. Yo era la que tenía que acostumbrarse a la idea de dividirse en dos, yo más que ella y por ende la que estaba forzada a encarar el duelo. Por eso decidí hacer de esos nueve meses los más significativos y jugar, reír, saltar y compartir hasta el último aliento sin importar la fatiga, los malestares y hasta las pequeñas contracciones que se empiezan a sentir.

No estoy más preocupada por mi hija, sino por quien seré yo como madre de dos. Seré mejor? Seré peor? Podré seguir estando al pendiente de lo que necesitan ambos? Podré hacer que mi amor y mis ganas prevalezcan al cansancio? Son preguntas que aún no se resolver, pero insisto, el asunto soy yo.

Ahora llega el próximo desafío, tener al segundo sin pensar en el mismísimo momento del parto que estará haciendo el primero, como se sentirá y quien lo estará cuidando y conteniendo. Difícil de organizar todo para una mujer que vive lejos de su familia nuclear y que apuesta al parto respetado como derecho universal. Si, ahora más que nunca me aferro a la idea de que tener un hijo es una bendición que nadie reconoce y me aterra la idea de volver a un hospital.

Los hospitales nos ayudan a tratar con lo que está mal, lo enfermo, lo mal curado. Y allí también resulta que hay que ir a parir, la pregunta que yo me hago más que nunca hoy es por que? Ya pase por esto antes y me sentí herida, a violentada y denigrada, y hoy nuevamente ante el parto inminente voy como vaca al matadero viendo que el camión avanza y no tengo manera de volver a la pradera. No quiero que me maltraten, no quiero que me internen, quiero vivir una maternidad en paz en un cuarto con sol donde vengan a traerme flores. Quiero estar en mi hogar donde me siento segura y saber que mi hija no debe de utilizar una máscara ni seguir horarios de visita para poder ver a su mamá. A esa misma con la que duerme acurrucada todas las noches.

Cuando cambiaremos las formas para volver a conectar con lo que nos hace humanos? Cuando mujeres aprenderemos a imponernos con nuestros cuerpos para defender lo que nos es propio? Mi desafío con este segundo hijo es ese, mostrarle que su mamá es inquebrantable. Que es una vaca que piensa, que elige, que no quiere parir en una guardia llena de cables, rodeada de mesadas de aluminio. Quiero otra cosa y me da miedo decirlo…. Cuantas más estarán como yo? Quiero a mi hijita cerca, quiero que no me atosiguen, quiero que me traten como a una madre y no como a una enferma.

El resto, amar a ambos, aprender a combinarlos, volver a amamantar y dividirme en pedazos como un rompecabezas, será la parte dos del desafio, pero primero lo primero. Dar a luz cómo madre, no como enferma, para sentirme así, llena de vida por el milagro que es traer seres inolvidables, amables y amados a este mundo.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Blog de WordPress.com.

Subir ↑

A %d blogueros les gusta esto: