La crianza exclusiva y la discriminación social

Hace exactamente dos años que estoy a tiempo completo con mi hija, estar estuve siempre, pero digamos que el año de la pandemia y este, que no trabajé, me hizo pensar mucho sobre mi rol de mamá y mi rol de mujer. A pesar de lo que puedan creer, siento que por cada momento de intensidad con mi hija, por cada goce infinito de experiencias nuevas, mi aceptación social cae de manera directamente proporcional.

Este post es para todas aquellas que se hayan percatado de lo mismo, que la sociedad condena el goce de la maternidad y seguramente esto también sea culpa del patriarcado, o vaya a saber de quien más…

En el siglo de super mujeres, esas que son fit, empresarias, emprendedoras, exitosas, madres, esposas, hijas, amantes y reposteras al mismo tiempo, no hay lugar para la crianza exclusiva. Ese modelo retrógrada de tapa de revista de los 50′ revestido de botellas de vidrio de Coca Cola quedó para el olvido, es casi como ir marcha atrás en el tiempo. Y precisamente ese es el modelo que elegí yo, una persona preparadísima a nivel intelectual para encarar muchos desafíos, que lo invirtió todo en la crianza de su hija. ¿Y a dónde me condujo todo esto? A gozar de momentos increíbles con mi compañerita de aventuras, a disfrutar de nuestras caminatas, de nuestros aprendizajes continuos, del placer que acompaña el vernos crecer, y a la soledad más absoluta. Soledad social, soy un paria, no hay lugar para mi en ningún lado, y para mi hija tampoco. Mi dedicación fue tal, que el desempeño de mi pequeña en distintas areas de la vida es excelso y da que hablar, mi forma de conducirme con ella llama tanto la atención que no pego ni con las madres de la escuela y ahora que no tengo si quiera mi trabajo donde refugiar lo que queda de mi identidad me pregunto. ¿En qué momento dejamos las mujeres de ser mamás? ¿Cuándo fue que la sociedad decidió priorizar otras cosas que el cuidar? ¿Por qué el sacrificio de la maternidad ya no se premia? ¿Por qué por disfrutar como si fuera maestra jardinera termino siendo condenada por el resto?

Está llegando el día de la madre y siento que es casi como navidad, una fecha comercial, donde escuchas discursos progresistas acompañados de ventas de heladeras y licuadoras nuevas, dónde se celebra la nada misma y no se tienen conversaciones reales sobre lo duro que es vivir como este siglo nos impone. Sobre lo imposible que es ser mujer en este siglo individualista, en una época en donde se impone al éxito como marca máxima y al individuo como centro de todas las acciones. Bueno, individuos, el hombre es social, nació para brindarse, para cuidar, para gestar, para compartir en comunidad, y las madres tendrían que evaluar prioridades, terminar con la culpa y disfrutar del rato que sea que tengan defendiendo ante todo su derecho a criar. No quiero condenas sociales por decidir criar, no quiero tener que explicar qué hago con mi dia, como si criar implicase que no hago nada, quiero ser valorada por mi rol y punto, porque desde que estoy en mi casa a tiempo completo, me di cuenta de tantas cosas, puedo mejorar tantas otras, repensar modos, concentrarme en cosas que si no el tiempo opta por dejar decantar…

Hoy fuimos a patinar con Ivy, estuvimos una hora con música en una pista de patín, solas contra el mundo, nos empujaba el viento y nos hacía crear coreografías nuevas con cada compás. Allí estábamos ella y yo, y por esa hora nadie más, nada en mi mente que no fuera ese momento, ni el trabajo, ni la casa, ni los impuestos, ni la política, ni nada. Nunca me sentí más viva, que enseñándole a mi hija a disfrutar del mundo que le lego, y si esa es mi misión en este mundo, entonces, me convertiré en paria, hasta que alguien se digne a demostrarme que no estoy tan sola, ni tan loca.

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