El coronavirus nos dejó a todos mirando al Sudoeste y me demostró que mis miedos hacia la humanidad siguen vigentes y que el mundo está cada vez más peligroso, porque las personas son ignorantes, carecen de sentido común y son sumamente influenciables. Todos los años muere gente en este mundo, empezando por el cáncer, siguiendo por enfermedades coronarias, HIV, resfríos, y tantas cosas más como violencia doméstica y otros menesteres. Sin embargo, nos atajamos con el coronavirus, que sí es serio, sí causa muertes, y por el cual decidimos encerrar a la gente y sacar a la calle a fuerzas armadas. Las fuerzas de seguridad en la Argentina no conocen el poder porque desde la vuelta a la democracia fueron pisoteadas, y ahora con el resurgir de los muertos vivos, usan ese lugar de empoderamiento para atentar contra las libertades civiles. ¿Ustedes están todos locos? ¿Prefieren ver sus libertades individuales pisoteadas por una virosis? ¿A nadie se le ocurrió que este precedente es realmente terrible para nuestra identidad cívica? ¿Qué pasa con la gente que psicológicamente está cada vez más alterada y no soporta la cuarentena? ¿Qué sucede con los nenes que no ven el sol y que con el encierro empiezan a enfermarse de otras cosas? ¿Qué sucede con la violencia doméstica padres y madres encerrados en una misma habitación expresando constantemente la tensión familiar, delante de sus hijos con consecuencias inimaginables? La gente está fóbica, tiene las noticias prendidas las 24 horas, y parece propaganda NAZI sólo vemos lo que queremos ver y como en un sesgo confirmativo del miedo proyectamos el caos, la fobia, la denuncia, el estado del perpetuo terror.
Lo peor del caso es la denuncia, odio al vecino: “lo miro todo el día, veo q e hace, ¡salió a la vereda llamen a la policía!”. La policía se infla, el vecino también y después nos preguntamos ¿por qué los judíos terminaban en campos de concentración? “¿Profe como puede ser que la gente denunciara así?”, me decían mis alumnos al evaluar las redes de información de Alemania nazi. De la misma manera en la que denunciamos hoy, en un mundo donde los tuertos son reyes, el poder achancha y ensancha egos y la libertad a nadie le importa. ¿No podemos ser como Alemania? Respetar las normas sociales sin violentar las libertades, claramente no, ellos lo entendieron después de muchos años y una historia turbulenta, nosotros seguimos siendo los mismos demagogos de siempre, la misma clase media tirana, bruta y miedosa con terror al “que diran”. Dejen de comerse buzones, cuiden a los demás, sean higiénicos, intenten salir menos, pero no restrinjan sus libertades individuales. Decretos como el no poder salir los domingos, que fue firmado por la provincia de Neuquén el día de ayer, nos demuestran que vivimos en un país peligroso. ¿Qué empresa va a querer invertir en un lugar donde ya no se respeta ni al individuo? Gracias al coronavirus decidí que en esta provincia no se puede vivir, y en este país tampoco. Así que despabílate y antes de ir a ver por el balcón que hace el de abajo y soñar con las vidas privadas de los demás, pensa qué estas haciendo.
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