Una nueva teoria de crianza

Recientemente tuve el placer de comenzar a estudiar una diplomara en enseñanza en las ciencias sociales y me topé con muchos textos de psicología infantil y de teoría evolutiva del conocimiento que se convirtieron en disparadores de cientos de ideas para el blog, la vida cotidiana y el futuro.

Las lecturas de Piaget, quien estudió laboriosamente las fases de la inteligencia infantil, dividen la adquisición de conocimientos del niño en etapas, las mismas van desde la primera infancia hasta la adolescencia y son cruzadas por la interpretación del tiempo y la relación con los objetos, es decir el avance entre poder decir la cosa es porque ahí está y la abstracción, y el manejo del tiempo como también un concepto abstracto no circunscripto a las rutinas del día. Dejando de lado este aspecto interesante, lo que más me importó de su investigación es la relación que Piaget plantea sobre el niño y la adquisición de saberes morales. Piaget advierte, que la construcción exitosa de la moral del niño no radica en la relación asimétrica de respeto unilateral (adulto-niño), sino y sobre todo, en la participación de relaciones de entre pares basadas en el respeto mutuo (es decir aprender de otros niños en la interacción). La socialización infantil pauta la confrontación de distintos puntos de vista, que se resuelven por medio del consenso en el momento de la interpelación de las normas, con esos mismos pares. Estar con otros niños da paso al análisis y desarrollo de la moral individuales en la que se entiende que si todos estamos de acuerdo podemos modificar cuestiones, discutiendo llegamos al acuerdo; de socializar depende que nuestros niños dejen de enfocarse en su propia individualidad y contemplen al otro.

Por más que mamá y papá enseñemos a nuestros pequeños utilizando nuestra autoridad lo que está bien y qué está mal, generalmente no alcanza para que los chicos se comporten como deben. Pero si están con otros además de la copia que es parte del aprendizaje, la situación se regula sola.Las prácticas morales para ser parte apropiada del sujeto deben reconstruirse por medio de experiencias sociales con pares, no en relaciones desiguales, jerárquicas.

En el mundo infantil, en la primera infancia, no existen patrones sociales, raciales, desiguales, los niños son todos niños, sanos, enfermos, con discapacidades, con otras religiones y colores de piel. Entre ellos existe un sentido de justicia inmanente y un conjunto de reglas tácitas que hacen que por medio del juego se aprenda lo que está bien y lo que está mal. Bajo ningún concepto sostengo que el mundo de los niños es ideal, pues en ese aprendizaje puede haber cierta crueldad, cierta competencia, cierta ignorancia y frustración. Pero, ahí entra el lugar del adulto, el adulto no debería ser quien se ocupa al 100% de la crianza del niño en una sociedad que crea individualmente, mi hijo separado del resto en la primera infancia que recién socializa cuando va al jardín de infantes con otros de su misma edad. El adulto debería de ser guía en los procesos de crianza infantil comunitaria y Multi edad, ayudando a que las normas que los chicos crean en sus juegos y propios consensos se perciban de la manera más pacífica posible. El rol del adulto entre niños es mediar, apaciguar, observar, a veces ser niño y participar, pero nunca administrar justicia ni demostrar autoridad, es una guía, nada más; apoyo logístico.

Y acá viene mi teoría. La sociedad  capitalista actual, sobre todo en la entrada al siglo XXI, pauta normas de crianza completamente individualistas. El niño debe ser el mejor, mi niño es distinto a los otros, mi niño está en mi casa mientras trabajo, o en una guardería donde lo atienden especialmente a él y está con otros de su misma edad. Llega a casa y toda la atención es concentrada en el niño, tiene más juguetes de los que debe, sus padres se cuelgan hasta del techo para hacerlo reír y la vida es a su disposición. El niño actual en su crianza sobre-individual, sobre poderosa, no entiende la decepción, no entiende lo que implica ser ignorado para usar por sí solo la imaginación, y por ende padres y niños sufren: padres porque están agotados, la sociedad los convirtió en trabajadores full time, padres super-creativos y pragmáticos, pedagogos, nutricionistas, y el día tiene 24 horas, si renuncian a algo hay culpa. Los niños, más histéricos que nunca, más caprichos, mas rabietas, más dependencia, por más inteligencia que se les cultive.

Las sociedades más antiguas, hablo de antes de la revolución industrial participaban de un modelo al que llamo «crianza comunitaria», en el campo las familias vivían cerca, y las familias eran grandes familias, familias ensambladas, tios, primos, parientes, todos tenían un rol en la crianza. Las mujeres llevaban a sus hijos al campo y todos los niños durante horas jugaban juntos, tenían contacto en libertad, mientras sus padres hacían y eran guías. Obviamente no era lo ideal, porque los adultos no los vigilaban todo el tiempo, pero en concepto, el hecho de que los niños fueran «los niños de todos», no «mi hijo», «tu hijo», hacía que la crianza fuera compartida, sobre todo entre mujeres, por lo que el proceso era mucho menos estresante. Mismo en los castillos, los niños cuando nacían, se criaban con los hijos de las criadas, la jerarquía sólo venía más adelante, en la adolescencia, hasta entonces los niños vivían en la igualdad, todos integrados a las vidas de otros niños.

En la época actual, nadie te invita a jugar a la casa de otro con sus niños, los niños son vistos como una molestia, algo que para muchos genera hasta desconfianza. En vez de confiar en el instinto natural del niño, la sociedad actual le enseña al niño a temer a otros niños, «no a la casa de ese no, que le puede pegar, no ese tiene hermanos mayores, mejor que sean sólo de su edad». De esta manera estamos perdiendo lo que al niño lo hace aprender a comportarse en comunidad, y estamos criando egos ampliados que sólo distinguen la realidad según la horma de su zapato. Tenemos que preocuparnos por criar sociedades con mayor sentido de la empatía, más solidarias, más activas, más discutidoras de la norma según lo que realmente es lo mejor para el bien común. No estamos haciendo nada de eso, estamos separando a los niños de los niños, estamos diciendo que todo es bullying desde que tienen 3 años, estamos cambiando a niños de jardines de infantes porque pensamos que no les enseñan nada. Queremos que aprendan hasta chino a los 4 años, y no entendemos que el concepto es socializar para aprender, aprender con los otros, en proyectos, en armonía, descubriendo en conjunto.

Por eso, propongo lo siguiente: padres preocupense por usar a sus familias extendidas, integren amigos, vecinos, parientes a sus vidas para salirse del centro de la crianza y permitirle a sus hijos tener espacios de relajación con otros niños, vuelvan a salir a la calle, al barrio a ver amiguitos, a ir a la plaza a jugar con otros con un termo de mate bajo el brazo. Inviten familias a casa, hagan juntadas donde cada quien trae algo y adultos y niños se entretienen. Muévanse del lugar de la comodidad del aislamiento y la incomodidad de tener que generar contenido como una aplicación de celular disponible las 24 horas para el adulto. Madres, busquen apoyo en otras mujeres, dejen el miedo y júntense con otras a quien pedir consejo, con quien ver crecer a sus hijos, dejen la individualidad de lado y hagan comunidad, bajen el ritmo laboral, el mundo las necesita para crear sociedades más sanas y solidarias; los tiempos que se vienen son duros si no enseñamos a los más pequeños a confiar a los demás.

Para los docentes, basta de miedos, miedo a los padres, miedo a los niños, necesitamos espacios de cofradía y comunidad en los jardines de infantes con proyectos Multi edad. Los niños no necesitan aprender solo de los que tienen 2-3-4, la niñez se construye es una sociedad plural que no distingue edad, en la que los más grandes le enseñan a los pequeños, los pequeños respetan a los más grandes, y los grandes adquieren un sentimiento de responsabilidad que es casi como la responsabilidad social. Para emponderar a un niño de verdad hay que enseñarle a ser responsable, y eso no surge por ósmosis en la escuela primaria. Busquemos jardines plurales, donde no haya aulas, donde haya espacios, donde haya algunas actividades del día para ciertas edades, y el resto del tiempo las actividades sean iguales para todos, de 2 a 5 años. Algunas horas de juego serán más activas para los mayores, y el resto del tiempo, habrá proyectos en conjunto como música, huerta, cocina, entre todos, con tutores, cada niño mayor aprenderá a encargarse de uno pequeño como un mentor, cultivando semillas. El adulto es así una contención, un favorecedor de las condiciones de aprendizaje, didáctica e igualdad, no es «la estrella del salón», basta de «tengo a la Seño pipa que es mejor que la tuya», no hay seños, hay amor por los niños, hay espacios de juego y aprendizaje, con colores, sin encierro, con jardines, con apertura visual y espacial.

A los que tienen bebés, salgan del agujero, lo digo por experiencia, júntense mas con gente con niños más grandes o más pequeños y dejen a los bebés interactuar con más cosas que ustedes mismos. Nadie aquí es el rey del conocimiento, nuestros hijos no son nuestros, son del mundo y por eso tenemos la obligación de hacerlos nacer, vivir y morir en comunidad, sólo así valoraremos el planeta que tenemos y sacaremos este mundo adelante.

 

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