Una de las cosas que más nos cuesta a los adultos es sentir empatía por los demás. Creemos que sí lo hacemos, pero sólo del razonamiento, no vivimos en sociedades particularmente solidarias, lo que convierte a la cruzada en un desafío para los más pequeños. Por eso hoy, propongo algo maravilloso. Cultivar la empatía de los niños, permitirles entender qué le pasa al otro, preocuparse por el otro, y ayudar al otro desde la primera infancia.
Si definimos empatía como una especie de «sentir por el otro», entonces, lo que deberíamos enseñarle al niño es a captar las emociones de los demás, y ponerse en el lugar del otro para facilitar la comprensión de su entorno. Un ejemplo fácil es pensar en la interpelación de los grupos, en un grupo de niños pequeños siempre hay algunos más retraídos, otros más apegados a las mamás, que no quieren jugar, otros observadores pasivos, pocos independientes, algunos líderes y otros intranquilos. ¿Qué pasaría si cuando llevamos a nuestros hijos a la plaza, ellos de antemano pueden captar esas emociones y utilizarlas para jugar mejor?. Ustedes pensarán que es un imposible porque son niños pequeños sin entendimiento de las normas de conducta social que les imponemos cuando grandes, pero no es así. La realidad es que la emoción es una actividad primaria, los niños, son mucho más emotivos que nosotros porque sus emociones no las razonan, no las dominan por completo, por lo que se mueven casi como la película «intensamente», por pura emoción. Pero la empatía, si bien es nata y en algunos niños es más fuerte que en otros, se cultiva.
En el caso de mi hija, debo decir que es una de esas dotadas, quizás su cualidad más preciada es la preocupación por su prójimo, niños, adultos, ancianos, animales, plantas, Ivana es realmente sensible a su padecer y hace todo lo posible, desde su lugar en el mundo y sus posibilidades para mejorar las situaciones, ella pone paños fríos a las situaciones. Abraza cuando hay tristeza, quiere curar cuando hay dolor, sonríe si le sonríen, e intenta consolar a los frustrados, miedosos y tímidos intentando integrarlos por medios, que casualmente, son los más aptos para el caso. Una niña de su misma edad vino a casa a jugar recientemente y tenía muchísima vergüenza, no quería separarse de al lado de su mamá. Ivy intentó, por todos los medios ayudar: trajo juguetes, preguntó si le gustaban, trajo comida, chocolates, chupetines, burbujas, abrazó, hizo mimos, se sentó en el suelo con paciencia esperó y se dio cuenta de que para jugar con la pequeña la clave era hacer jugar a la mamá, y ahí lo consiguió.
¿Cómo cultivamos la empatía?
1- Por medio del juego: Tenemos la obligación de demostrarle al niño jugando que tenemos emociones y esas emociones representan algo. Usamos a los juguetes de casa para contar que están tristes, enojados, molestos, felices, porque pasan distintas situaciones que así los ponen. Si el chico revolea el juguete el chiche se cae, y llora, se pone triste porque nadie lo cuido. Así le enseñamos al pequeño a cuidar al resto de las cosas y no dañarlas. Lo mismo con animales, siempre mimos, el perro mueve la cola, el perro está feliz, podemos seguir jugando. Si un amiguito llora, lo intentamos consolar, lo abrazamos, le damos un besito, le decimos que estamos acá, que no pasa nada y lo invitamos a volver a jugar. Hacemos role playing, somos doctores, maestras, veterinarias, mostramos que le pasa al otro por medio de expresiones exageradas y tomamos decisiones y acciones para que el niño asocie emoción con acción y consecuencia.
2- Por medio de la sociabilización: Aprendemos del ambiente, y los niños aprenden mejor de otros niños. En la plaza, en un parque, en un pelotero, en play dates, la idea es juntar grupos de niños y dejarlos ser, dejarlos jugar sin intervenir, para que aprendan a leer sus propios códigos y a accionar en base a la lectura gestual, verbal y emocional de los demás. De esta manera cultivamos las experiencias de nuestros hijos para que acumulen conocimiento y puedan determinar nuevos cursos de acción. Este es el momento de dejarlos ser y ver quien es líder, quien aún tiene vergüenza, quien tiene miedo, y explicárselos. Esa nena es independiente, mirá cómo juega, te gustaría jugar con ella? Qué debemos hacer? le preguntamos? le decimos hola me llamo Ivana?. Si el niño está a upa de la mamá, le decimos a nuestro hijo qué puede tener el pequeño y lo invitamos a accionar. La empatía sólo se cultiva por medio del diagnóstico, cuanto más pongamos a los niños a explorar más niños y más diagnostiquemos conductas, más los ayudaremos a insertarse en el mundo de manera solidaria.
3- Por medio del lenguaje y la reflexión: Esto es básicamente el análisis de las situaciones y la posterior explicación de lo que podría estar sucediendo. No sólo debemos reír, llorar, saltar y bailar de alegría con nuestros hijos, debemos explicarles las causas de esas emociones. Ponerlo en palabras, aún cuando creamos que no las entienden. Si socializamos, o si hacemos role playing y somos doctores y tenemos un paciente al que le duele la rodilla. Entonces en palabras textuales explicamos «Pobrecito, tiene mucho dolor, porque se cayó, vino al doctor y le duele la rodilla. Vamos a curarlo y hacerle unos mimitos para que no tenga más dolor». Es algo fácil, y cotidiano, como se darán cuenta. Asumo yo que todos los papás, abuelos, cuidadores y docentes hacen este ejercicio automáticamente, sin saber que estamos cultivando empatía, la idea de preocuparse por el otro y obrar a conciencia para compartir esa emoción, atemperarla o suprimirla.
Si cultivamos más mentes empáticas, tendremos un mundo más solidario. No dejes de mostrarle a tu hijo que el prójimo existe y debemos preocuparnos por los demás como lo hacemos por nosotros mismos. NUNCA SEAS INDIFERENTE, ELLOS SIEMPRE APRENDEN.
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