Cuando hablamos de niños lo primero que se nos viene a la cabeza son juguetes, aventuras y diversión. Intentemos por un segundo viajar en el tiempo y recordar esas cosas que nos encantaba hacer cuando éramos niños. ¿Te gustaba jugar a las escondidas? ¿Quizás saltar en charcos de barro como a Peppa Pig? ¿Te acordas cómo te gustaba amasar con tu abuela? ¿O servirle el te a tus muñecas favoritas? Probablemente esas memorias vengan acompañadas de aromas, colores y sobre todo, personas. Los momentos más importantes de tu infancia, los más divertidos tienen rostros y sonrisas, seguramente los compartiste con amigos, abuelos y padres que te ayudaron a descubrir el mundo. Es por esta razón que hoy te invito a reflexionar sobre la importancia de jugar con nuestros hijos, así que deja de lado al señor adulto por un ratito y dedícate a cultivar tu niño interior para ayudar a tu hijo a crecer.
Compartir tiempo de calidad con los hijos no sólo implica cocinar, cambiarles los pañales, bañarlos y hasta regañarlos, también incluye jugar, una actividad que nos ayuda a construir memorias de familia que durarán una eternidad y forjará nuestros valores y nuestra identidad.
Para jugar no necesitamos dinero, sólo debemos utilizar nuestra imaginación. Después de un día largo y tedioso de trabajo estamos muy ansiosos por volver a casa y abrazar a esas personitas que nos hacen tan felices; ganas nos sobran, pero sabemos que del otro lado también nos están esperando para jugar y debemos estar preparados. Por eso, en vez de improvisar y encender la televisión para despejar, usa el tiempo que te toma volver del trabajo para planear a qué vas a jugar con tu niño hoy.
Piensa en las necesidades de tu hijo e intenta organizar juegos que lo ayuden a desarrollar nuevas habilidades y quizás a perder miedos. ¿Quieres enseñarle a que no le tenga miedo al agua, especialmente cuando le lavas el pelo? Entonces mójate, date un baño con tu niño, ayúdalo a lavar a sus juguetes, haz un baño de espuma y diviértete. ¿Quieres que pase más tiempo en el jardín? Enséñale a regar las plantas, abre el grifo y juega con el agua. ¿Te relaja escuchar Buena música? Hazlo con tu pequeño, pon tus canciones favoritas y enséñale a cantar, a saltar y a bailar, cuéntale las historias detrás de las canciones y ayúdalo a desarrollar su vocabulario e imaginación, pretendan que están en una banda de rock.
Estas actividades no sólo estimulan las conexiones neuronales, sino que le permiten al niño desarrollar la coordinación de movimientos mientras que fomenta un vínculo único con sus padres. Por medio del juego el niño aprende a copiar lo que hacen los padres, abraza nuevas palabras y hasta comprende nuevas emociones que después facilitan el proceso de sociabilización.
¿Quieres relajarte y no pensar más en tu día de trabajo? Entonces agarra un papel y pinta. Pega la hoja en una superficie que esté a la altura del pequeño para que pueda pintar parado (una ventana o la pared), toma un pincel y dale una consigna. Juntos pueden jugar con los pinceles y crear lo impensado. No importa cuán talentoso seas, lo importante es jugar y aprender jugando. ¿Quieres salir a dar un paseo al sol? Entonces lleva a tu niño al parque, organiza una expedición en búsqueda de flores hermosas, piedras preciosas, hojas e insectos maravillosos.
Jugar con tu hijo lo ayuda a desarrollar sus capacidades cognitivas y generar un vínculo con sus padres que durará por siempre. Nunca te olvides de la importancia de jugar, no importa cuán cansado estés, las lecciones más importantes surgen de los lugares y las experiencias más inesperadas. Empieza hoy a redescubrir el mundo desde los ojos de tu niño.
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